Nostalgia de futuro
ANA MORENO
SORIANO
Desde que la
crisis del capitalismo se instaló entre nosotros con su rostro más feroz, oigo
con frecuencia a muchas personas recordar con nostalgia el pasado inmediato con
el deseo, más o menos explícito, de que pase este vendaval cuanto antes y
volvamos a lo que éramos en los años ochenta y noventa. Desde distintas
posiciones, se invoca el humanismo, se denuncia la crisis de valores y se
intenta conjurar el peligro de sacrificar vidas y haciendas en aras del mercado,
el verdadero dios del siglo XXI ante el cual los gobiernos democráticos sólo
son sacerdotes y monaguillos. Parece que cualquier tiempo pasado fue mejor y
que lo mejor ya no está por venir, como proclamamos en tiempos de bonanza
económica. La crisis del capitalismo provoca sufrimiento e inseguridad ante el
futuro, agravada por las noticias con las que nos desayunamos cada día y por
los mensajes que inundan internet: así se sienten quienes están sin empleo y
quienes pueden perder el empleo; quienes cobran menos que hace un año y tienen
más personas a su cargo; quienes tienen una prestación por desempleo de miseria
y quienes no tienen ninguna; los pensionistas ante el temor de que disminuya su
pensión ahora que, encima, tienen que hacer frente a una parte de los
medicamentos, y los estudiantes, y los jóvenes sin trabajo, y las mujeres que tienen
que coser con sus cuidados todos los rotos de la privatización de los servicios
públicos.
Además de
sufrimiento e inseguridad, hay un sentimiento generalizado de frustración e
irritación y los responsables de la crisis han encontrado una forma de encauzarlo
y están extendiendo como una mancha de aceite una idea perversa: los culpables
de esta situación son los políticos que ocupan puestos inútiles y cobran
sueldos abusivos; hacen falta buenos gestores y menos administración pública;
el estado de las autonomías es un lujo que no podemos permitirnos y para
ahorrar dinero, los representantes públicos deben ser los ricos que no
necesitan trabajar ni cobrar un salario por su dedicación a esa tarea tan
antigua de la democracia, que ya daba que hablar en la antigua Grecia. Y las
mismas personas que recuerdan con nostalgia el pasado, han debido olvidar que
la Constitución Española que votaron habla de los partidos políticos como los
pilares de la democracia y que el estado de las autonomías fue un avance político
muy significativo que dejaba atrás el estado centralista del franquismo. ¿Qué
pasado recuerdan entonces? ¿Quizás las palabras de Felipe González, cuando
decía que el crecimiento económico es el socialismo? ¿Quizás la época del
desencanto cuando, según Joaquín Sabina, muchos cambiaron la imaginación al
poder por un catorce por ciento? ¿Echan de menos la época de la burbuja
inmobiliaria y de la especulación urbanística, del dinero fácil y del éxito por
efímero que fuera? Pues bien, ese pasado que a algunos les suscita un
sentimiento de nostalgia era otra expresión del mismo sistema capitalista, sólo
que entonces dejaba participar un poco del banquete a cambio de hacer creer que
el pensamiento único es el único posible. Desde los años ochenta, el
neoliberalismo ha ido ganando posiciones de forma inexorable y tienen razón los
dueños del dinero cuando dicen que la lucha de clases existe y que la van
ganando ellos. En la última década, las sucesivas vueltas de tuerca apenas nos
dejan respirar pero, otra vez Sabina, la peor nostalgia es añorar lo que no
sucedió nunca y los últimos años del siglo XX no fueron precisamente un modelo
de humanismo, de compromiso y de solidaridad. Yo, por lo tanto, voy a expresar
mi nostalgia no hacia el pasado sino hacia el futuro, hacia algo que está por
construir y que para mí sólo puede ser la superación del sistema capitalista, y
para eso es muy necesaria la participación en la cosa pública, las ideas, la
información, la movilización. Para ello es necesario que muchas personas den lo
mejor de sí mismas y hagan política en su vida cotidiana para que la política
no la hagan los poderosos, encantados de ver cómo nos dividimos los de abajo
mientras ellos cuentan sus beneficios.